jueves, 7 de enero de 2016

SOMOS REGALOS MARAVILLOSOS DE DIOS






Los regalos, dádivas, dones u obsequios son presentes que se conceden o entregan de manera gratuita como muestra de amor, aprecio o gratitud, por diferentes motivos: onomásticos, nacimientos, bautizos, matrimonios, aniversarios, graduaciones, promociones de empleo, etc.

Sin embargo, también los regalos u obsequios se pueden convertir en negativos, cuando se entregan en la forma de coimas  o sobornos a las autoridades o personas con poder para obtener beneficios personales, contraviniendo la ley o atropellando los derechos de otros.

La Palabra de Dios nos recuerda de manera clara, ambos casos en los siguientes textos:  "El Rey le dijo: Ven a comer conmigo, que quiero hacerte un regalo" ( 1 Re 13,7) o "El malo acepta regalos en su seno, para torcer las sendas del derecho" (Prov 17,23).
Este Domingo 3 hemos celebrado la Epifanía de Nuestro Señor que representa la manifestación de Dios en nuestra historia, y que se hizo más tangible en el Nacimiento de Niño Jesús entre nosotros; y como también los Reyes venidos del oriente " se arrodillaron y adoraron al Niño. Abrieron después sus cofres y ofrecieron sus regalos de oro, incienso y mirra" (Mt 2,11).

Todos nosotros somos una creación extraordinaria y perfecta de Dios, que todo lo puede y todo lo hace, y muy  bueno ( Gn 1,31; 2,7 ), y en consecuencia,  nos constituimos en regalos de nuestro Creador para nosotros mismos y para los demás.

Siendo regalos maravillosos de Dios, "Toda dádiva buena y toda obra perfecta viene de lo alto, desciende del Padre..." (Stg 1,17), tenemos distinta presentación, tamaño, forma y envoltura, que están dados no por el color de nuestra piel, de estatura o vestimenta, sino por la medida en que nos mantenemos unidos en comunión perfecta con Dios.

Mientras vivamos cumpliendo el mandamiento pleno del amor de nuestro Señor, leyendo y reflexionando su Palabra, practicando los Sacramentos que nos alimentan para la vida eterna, orando por las necesidades de los demás y de nosotros, sirviendo a quienes lo necesitan, y poniendo en práctica las obras de misericordia, seremos preciosos regalos  que todos buscaran recibir.

Por el contrario, si vivimos esclavizados por el pecado y alejados de la presencia gloriosa de Dios (Rm 3,23 ) nos convertiremos en unos regalos olvidados, deformes y arrugados que nadie desearía tener.

Como regalos de Dios, debemos darnos u ofrecernos a  Él y a demás, a través de un abrazo afectuoso, una palabra de aliento o consuelo, un saludo, beso o cariño fraterno, una sonrisa, una ayuda material o espiritual a quien lo requiera, comunicando el mensaje de salvación, trabajando por la paz, etc., recordando que "la medida que usemos para dar, será usada para darnos" (Mc 4,24).

Evitemos ser regalos, que por fuera tengamos un gran tamaño, una bonita presentación y envoltura, pero que por dentro estemos vacíos o contengamos elementos o sustancias que puedan causar perjuicio o daño a los demás ( odios, mentiras, chismes, divisiones, murmuraciones, peleas, etc. ).

Busquemos ser pequeños regalos, aún con envolturas magulladas, pero que seamos buenas ofrendas  para Dios, con un gran contenido de amor, misericordia, bondad, ternura, respeto, unidad, paz  y humildad.

Seamos para nuestro Señor, un maravilloso regalo que resulte agradable a sus ojos, como una manifestación de nuestro amor, adoración y gratitud por Él, buscando siempre hacer su divina voluntad.

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