sábado, 29 de agosto de 2015

LOS DOS CAMINOS





La Palabra de Dios nos alimenta, nos fortalece, nos ilumina, nos instruye, nos sana y libera, nos purifica, y nos señala los caminos de salvación y  vida. Es por ello que Nuestro Señor nos recuerda en Deuteronomio 30,14: “Mi palabra ha llegado bien cerca de tí, ya la tienes en la boca y la sabes de memoria, y solo hace falta ponerla en práctica”

Si tanto conocemos la Palabra de Dios, que hasta la sabemos de memoria, porque no la ponemos en práctica o en obra, tratemos de discernir cual es la razón de ello.

Vamos a buscar la causa de nuestro actuar, a través del texto de Romanos 7,19-20: “De hecho no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero. Por lo tanto, si hago lo que no quiero, eso ya no es obra mía sino del pecado que habita en mi.”

 

En nuestro mundo existen, paralelamente, dos caminos o reinos: El del Bien y el del mal. Analicemos cada uno de ellos, de acuerdo a la Palabra de Dios, para poder escoger el camino verdadero que nos conduzca a la felicidad y paz eterna.

 

EL REINO DEL BIEN

Dios Uno y Trino es el Rey de los Cielos, de la Vida, de la Verdad, de la Luz, de la Libertad, de la Salvación, es la representación del Bien Supremo.

Dios es fuente del amor, de la misericordia, del perdón, de la bondad, de la justicia, de la paz, y fundamentalmente de la vida en abundancia.

Dios es el Padre Creador colmado de amor, bondad y compasión que nos da la vida, el sustento, el techo, todo lo que necesitamos; nada nos falta mientras estemos en comunión con Él y vivamos bajo su amparo.

Jesucristo nuestro Salvador y Señor, como el Padre es fuente de amor, bondad y misericordia, es el Camino de Verdad y Vida que nos conduce al Padre y a la salvación eterna; no hay otro camino de salvación que Jesucristo.

El Espíritu Santo Santificador procede del Padre y del Hijo y le corresponde la misma adoración y Gloria, transforma y renueva nuestro corazón, nos da una vida nueva como hijos de Dios en Cristo Jesús.

Los hijos de la Luz que escuchan y hacen la voluntad de Dios viven amando a Dios y a su prójimo, en paz, en armonía, respetándose mutuamente   cumpliendo lo que dice la Palabra en Romanos 12, 9.21: “Que el amor sea sincere. Aborrezcan el mal y procuren todo lo bueno. No te dejes vencer por el mal, más bien derrota al mal con el bien”.

Dios es fiel, pero también es celoso (Ex 34,14), por ello nos exhorta en Mateo 6,24: “ Nadie puede servir a dos patrones: necesariamente odiará a uno y amará al otro, o bien cuidará al primero y despreciará al otro”.

En este momento nuestro Señor te llama a tomar una decisión definitiva con respecto a Él, según Deuteronomio 30, 15.19:  “Mira que te he ofrecido en este día el bien y la vida, por una parte, y por  la otra, el mal y la muerte. Lo que hoy te mando es que tú ames a Yavé, tu Dios y sigas sus caminos…Que los cielos y la tierra escuchen y recuerden lo que acabo de decir; te puse delante la vida o la muerte, la bendición o la maldición. Escoge, pues, la vida para que vivas tú y tu descendencia”

Nuestro Señor nos invita a poner en práctica su Palabra; nos ordena a amarlo con todo el corazón, las fuerzas, el alma y la mente; a seguir sus caminos de verdad, vida y salvación ; y a escoger la vida para vivir en felicidad nosotros y nuestra familia

Para vencer el mal haciendo el bien debes : Llevar una vida sacramental que te fortalezca para que te apartes del pecado y las tentaciones; practicar la lectura diaria de la Palabra de Dios que te va guiar para no extraviasrte del camino de Dios; comunicarte diariamente con  Dios, a través de la oración y el rezo del Santo Rosario y la Oración de San Miguel; y haciendo las obras de misericordia con amor genuino.

EL REINO DEL MAL

El pecado es el origen de todos los males que vive el mundo, y que surgen a causa de las pasiones o ambiciones del hombre, como leemos en Santiago 1, 14-15: “Cada uno es tentado por su propia codicia, que lo arrastra y lo seduce; la codicia concibe y da la luz el pecado; el pecado crece, y al final, engendra la muerte”

Las pasiones o ambiciones que encaminan al hombre al pecado, son producto de nuestra propia naturaleza humana que en esencia es de pecado, y también movidas sutilmente por el accionar de Satanás, que es el rey de las tinieblas, padre de la mentira, el acusador, padre de la división, el odio , la maldad y la muerte.

El demonio nos  engaña para hacernos hace creer, mediante la práctica del materialismo y el consumismo, que seremos más felices mientras más tenemos. Cuando es todo lo contrario, el que más tiene no vive en paz ni es feliz.

Nos seduce con astucia mostrándonos el pecado como algo bueno y agradable, allí tenemos el ejemplo de la apetecible manzana  que la serpiente presentó a nuestros primeros padres, y ellos se dejaron convencer, y con su desobediencia rompieron su amistad con Dios y surgieron los males en la tierra: soberbia, rebeldía, mentira, odio y muerte ; y ahora en nuestros días tenemos las telenovelas (muestran vicios y pecados, te mueven a odiar o a imitar a los personajes, te muestran historias que no son ejemplo de cantantes, deportistas, concursos de belleza y de enfrentamiento, etc. 

El demonio también influye y actua directamente sobre la voluntad y libertad de las personas a través del esoterismo y ocultismo, donde éstas por su falta de confianza en Dios o por curiosidad practican o consultan: las lectura de cartas, de la hoja de coca, del cigarro, de horóscopos, ouija, adivinos, brujos, magos, espiritistas, etc.

Dios en Exodo 19,11-12.17.31 dice con dureza: “Yavé aborrece a los que consultan astros, brujos, hechiceros, adivinos y se dediquen al espiritismo”

Hace algunos años, el enemigo extiende sus tentáculos hacia los niños y jóvenes, que en una aparente e inocente fiesta de disfraces ( de las brujas, de los muertos o halloween) pervierten a aquellos convirtiéndoles en adoradores del demonio, y  de la muerte. Esta celebración tiene su origen en fiestas paganas con cultos satánicos, que incluso llegan a los sacrificios humanos o misas negras (druidas). Cuida a tus hijos, a tus nietos, a tu familia.

Los seguidores del maligno viven esclavos del pecado, con sus frutos de orgullo, odio, envidia, rebeldía, chismes, rivalidades y haciendo el mal que los llevan a la muerte y a la condenación eterna; tal como nos revela Mateo 25,41 “Malditos, aléjense de mí y vayan al fuego eterno que ha sido preparado para el Diablo y sus ángeles”

 

UN EJEMPLO DE FE




Juancito era un niño que se preparaba para recibir la primera comunión en su Parroquia, y durante la Semana Santa observó con mucha atención la película Los diez mandamientos, quedándose maravillado de sus diversas escenas, especialmente del dictado de los mandamientos, de las plagas y del milagro del Mar Rojo, que plasmaron en su corazón y pensamiento el sentimiento que Dios es bueno y poderoso.

Cuando concluyó la película se acercó a su padre y le dijo: ¡Papá he visto los diez mandamientos, y me doy cuenta que Dios es bueno y poderoso!

El padre, de mala gana le contestó: ¡Hijito no todo lo que ves en las películas es cierto!

Juancito se quedó preocupado, porque ahora no sabía que cosa era verdadera y que cosa era falsa.

Entonces buscó a su hermano mayor, que era estudiante universitario, y le contó que había visto los diez mandamientos, y que creía que Dios era bueno y poderoso.

El hermano mayor que no creía en nadie, ni en sí mismo, le respondió con burla: ¡Todas esas películas  son tonterías!

Juancito pensó que su profesora le podría orientar mejor sobre el tema, así que esperó hasta el día siguiente, contándole a ella lo que había visto, y que creía que Dios era bueno y poderoso.

La profesora tomando la Biblia, dijo dirigiéndose a todos sus alumnos: Lo que su compañero ha visto en la película los diez mandamientos, está basado en el Libro del Éxodo que forma parte de la Biblia; y luego de leerles, algunos pasajes de este libro, agregó: como ven es cierto que Dios hizo caer muchas plagas sobre los egipcios para conmover el corazón del Faraón, que dio poder a Moisés para hacer el milagro de abrir las aguas del Mar Rojo para que pase el pueblo de Israel, y después para volver las aguas a su normalidad, destruyendo a todo el ejército del faraón. Lo que Juancito cree que Dios es bueno y poderoso, es cierto.

Juancito regresó feliz a su casa, y encontró a su hermano que estaba reunido con sus amigos en su sala, acercándose al grupo dijo en alta voz: ¡Buenas tardes a todos, les traigo una gran noticia: ¡Dios es bueno y poderoso!.

Los amigos del hermano se quedaron intrigados, el hermano para salir del paso les dijo: Resulta que mi hermano ha visto la película los diez mandamientos y cree que todo es cierto; y dirigiéndose a Juan exclamó: Hermanito debes saber que los últimos estudios sobre el Mar Rojo, ha determinado que hay épocas en que sus aguas disminuyen hasta veinte centímetros de alto, y fue en esos momentos que habría pasado el pueblo de Israel.

Juan se quedó pensativo, en silencio algunos instantes, y dijo con seguridad y alegría: Ahora estoy totalmente convencido de que Dios es poderoso, porque hizo que se ahogaran los soldados y caballos del faraón en solo 20 centímetros de altura que tenía el Mar Rojo.

 

viernes, 21 de agosto de 2015

EL CELO POR EL EVANGELIO



“…¡Pobre de mí si no proclamo el Evangelio!” I Co 9,16

 

El celo por el evangelio, es el fuego permanente e implacable que se apodera de nuestro corazón, y que busca incendiar a los demás, después de haber tenido un encuentro personal con Jesús en nuestra vida.

 

Este sentimiento se debe convertir en una pasión y una necesaria obsesión para anunciar la persona, la vida y las enseñanzas de Jesucristo como único y auténtico Salvador, a través de su Palabra, sus obras y nuestro testimonio de vida.

 

San Pablo nos hace reflexionar de la importancia de proclamar la Palabra de Dios a los que no la conocen, mediante diversas preguntas en Rm 10, 13-17 : ¿Cómo  invocar  el  nombre del Señor sin haber creído en Él?, ¿Cómo creer en Él sin haber oído hablar de Él?, ¿Cómo oír hablar de Él si no hay nadie que lo proclame?, ¿Cómo proclamar al Señor si nadie es enviado?.

 

Es nuestra obligación proclamar a los demás el mensaje cristiano de un Jesús vivo, resucitado y glorificado para que por la fe nacida de esa proclamación se consiga la salvación.

 

No seamos egoístas con nuestros hermanos que no conocen a Jesús, por el contrario, guiados por ese amor que fluye de Él, y que ha sido derramado en nuestro corazón por obra del Espíritu Santo, brindémosle la misma oportunidad que tuvimos nosotros y conduzcámosle ante su presencia, para que ellos también reciban su misericordia, gracia y bendiciones, porque esa la voluntad de nuestro Padre Dios.

El anuncio de la Buena Nueva a los demás es un fiel testimonio de tu fe, que debes compartir y transmitir como una lámpara que se coloca sobre la mesa para que alumbre a todos. 




 

¿QUIÉN GUÍA TU VIDA?

 

¿Quién ilumina y guía tu vida? , ¿En quién confías totalmente?, ¿Qué valores morales te muestra?, ¿Qué y cuanto conoces de él?, Estas y otras preguntas deberías plantearte a ti mismo, para llegar a conocer lo que te espera en el futuro, tanto a tu persona como a tu familia.
Si lo que te guía o preocupa más, en estos momentos de tu existencia, es algún personaje de telenovelas, o de programas de concursos, cualquiera sea su nombre o nacionalidad, te puedo asegurar que ya perdiste: no solo tu precioso tiempo, sino también tu personalidad, tus hábitos, tu ética o moral, y estás llevando al desastre físico, espiritual y moral, también a tus seres queridos.
Mis apreciaciones se fundamentan, en que tanto las novelas como estos programas televisivos nos muestran situaciones ficticias o preparadas, que pretenden asemejarse a la realidad; incitación al pecado con apariencia de algo bueno y agradables como desnudos, mentiras, calumnias, odios, borracheras, adulterios, asesinatos, etc.; y echan al tacho de basura todos los valores que deben dirigir nuestra vida. Si tú permites que tus hijos o nietos vean e imiten esta clase de conductas, estás educándolos para el mal y la perdición, después espero no te lamentes: sin embargo  la decisión es tuya, aún estás a tiempo.
En cambio  si te dejas guiar e iluminar por Dios, a través de su Hijo Jesucristo, siempre estarás protegido de las garras del demonio, y Él cuidará de ti y tu familia hasta que alcances una vida feliz plena de amor, paz y unión, mediante la práctica de valores que te ayuden a crecer como ser humano e hijo de Dios como el amor, la verdad, la justicia, la paz, el respeto, la comprensión.
Acepta a Jesucristo como el Buen Pastor de tu vida, porque Él ama, cuida y protege en todo instante a su rebaño, lo alimenta con buenos pastos, y hasta dio su vida porque todos logremos el perdón de nuestros pecados, la salvación de nuestras almas, y la vida eterna.
En este día puedes decir con fe y humildad: ¡Señor Jesús te alabo y te bendigo, te doy gracias por la vida y el amor que nos concedes a mi persona y  mi familia; hoy deseo recibirte en mi corazón, y aceptarte como mi Buen Pastor para que seas Tú que me guíe, dirija y cuide por siempre!. Amén.


jueves, 6 de agosto de 2015

PORQUÉ LEER LAS SAGRADAS ESCRITURAS







El hombre es la máxima creación de Dios conformado por el cuerpo, el alma y el espíritu (Génesis 2,7).
El cuerpo, para su desarrollo y funcionamiento requiere de  proteínas, carbohidratos, minerales, vitaminas, agua, que se hallan en los alimentos; mientras que el alma y el espíritu necesitan de alimentos espirituales constituidos por aquellas acciones, ritos o signos que le sirven para fortalecerlos tales como los Sacramentos, la oración y la lectura y reflexión de la Palabra de Dios.
La Palabra de Dios o el Verbo Celeste, es el mismo Jesucristo, que tiene vida eterna, como leemos en Juan 1,1 “En el principio era la Palabra, y la Palabra estaba frente a Dios, y la Palabra era Dios.” Ella está contenida en las Sagradas Escrituras, la Biblia, el Libro Santo o Jesús Palabra, a través de la cual Nuestro Señor nos revela la inmensidad de su Amor, y  el plan de salvación para la humanidad.
Son muchas las razones, por las que debemos leer y reflexionar diariamente la Palabra de Dios, entre éstas, podemos señalar las siguientes:
 
1.ES UN PODEROSO ALIMENTO: “El hombre no vive solamente de pan, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo 4,4)
La Palabra de Dios es para el espíritu como el pan lo es para el cuerpo. Cuando el cuerpo se alimenta, produce un poder físico que se llama energía o fortaleza. Cuando el espíritu se alimenta de  la Palabra, produce poder espiritual que se llama fe. De la misma manera que el cuerpo no puede alimentarse por semanas del recuerdo de una sola comida, tampoco el espíritu puede recordar lo que dice la Palabra y permanecer fuerte en la fe.
No tratemos de vivir del recuerdo de la última comida espiritual, hay que reponer la fuerza de la fe dentro de nosotros, dándonos cada día un banquete con la Palabra de Dios.
El que se alimenta de las Sagradas Escrituras se olvida del hambre del cuerpo; aquel que se alimenta del Verbo celeste olvida el hambre. Pues bien, este es el alimento que nutre el alma y calma al hambriento…: da también la vida eterna y aleja de nosotros las trampas de la tentación del diablo. Esta lectura de textos sagrados es vida como dice el Señor: "Las palabras que os he dicho son espíritu y vida" (Juan 6,63).

2. ENSEÑA E INSTRUYE: Is 48,17: “Yo soy tu Dios y te enseño lo que te es provechoso, indicándote el camino que debes seguir” (Isaías 48,17).
Los mandamientos, las normas, las historias, parábolas, milagros, y todo lo que contiene  la Biblia son sabias enseñanzas que Dios nos da para instruirnos como hijos suyos y son para nuestro propio beneficio.
El que deja instruir por la Palabra llega a conocer más íntimamente al Señor Jesús, y trata de imitarlo en su amor, misericordia, perdón, paz, unidad, justicia, bondad, etc., pudiendo  alcanzar incluso sus mismos sentimientos, deseos y valores, tal como ocurre con la vida de los santos. Ahí tenemos el caso de Teresa de Calcuta (donde se reflejaba el amor de Dios) cuando levantaba y cuidaba a los enfermos, a pesar de ser tan menuda y  frágil.
La Palabra nos enseña a conocer la voluntad de Dios, a confiar plenamente en Él, a perseverar en su camino, y a comunicarnos con Él  a través de la oración, sabiendo que nuestro Señor siempre habla la verdad y que su fidelidad es eterna
Nuestro Señor nos recalca en  Sabiduría 6,25: “Instrúyanse pues por medio de mis palabras, y con ello obtendrán beneficios”
 
3. ES FECUNDA: “Como baja la lluvia y la nieve de los cielos y no vuelven allá sin haber empapado la tierra, sin haberla fecundado y haberla hecho germinar, para que dé simiente para sembrar y el pan para comer, así será la Palabra que salga de mi boca. No volverá a mí con las manos vacías sino después de haber hecho lo que yo quería, y haber llevado a cabo lo que le encargué”(Isaías 55,10-11)
Nuestro Divino Maestro nos explica a través de la parábola del Sembrador que su Palabra  es como una semilla que Dios pone en nuestro corazón, y que según como se encuentre el terreno del corazón producirá un 30, 40 o 100 por ciento. Dios es el que siembra y hace germinar su semilla en nuestra vida. Preparemos siempre nuestro corazón para que esté dispuesto a recibir la Palabra de Dios y producir abundante fruto.
 
4. ES SANADORA: “La curación no se debió a hierbas o pomadas sino a tu palabra, Señor, porque tú lo sanas todo” (Sab 16,12)
La Palabra limpia, purifica y sana de todo pecado, y toda enfermedad como lo comprobamos en el ministerio de nuestro Señor Redentor, que sólo mediante su Palabra perdonaba pecados y sanaba a los leprosos, a los paralíticos, a los ciegos, a los sordos y toda clase de poseídos. Actualmente La Palabra de Dios sigue obrando de la misma manera que hace dos mil años, en diversas jornadas y misas de sanación que se ofrecen en el mundo; así como en las celebraciones litúrgicas cuando el sacerdote exclama: “Por la proclamación de los Evangelios quedan perdonados todos los pecados”.
La Palabra nos sana y libera de las enfermedades físicas y espirituales, nos prepara para el cambio de vida y para el servicio.
Alimentémonos de la Palabra de Dios y pongamos en práctica sus enseñanza para agradar y hacer su voluntad, como una retribución por el amor  recibido, pues todo será en beneficio nuestro.
Ten presente que cuanto más conozcas la Palabra de Dios más conocerás a Jesús y  aprenderás a amarlo más, porque nadie ama lo que no conoce. Y sólo conociendo y amando a Jesús lo podrás anunciarlo a los demás.