domingo, 28 de junio de 2015

LA RECONCILIACIÓN Y EL PERDÓN




Todos necesitamos de la reconciliación y el perdón, para sanar las heridas profundas e internas que tenemos en el corazón y el alma, por haber sido causante, y  recibido diversas ofensas (insultos, difamaciones,  injurias, humillaciones); agresiones físicas (golpes, maltratos, violaciones); u otro tipo de mal, que dan origen a muchas enfermedades psicosomáticas (diabetes, artritis, insomnio, tensión, etc.); y también  cuando por efecto del pecado rompemos nuestra relación con Dios, dejando de  recibir su gracia divina.
Para obtener nuestra reconciliación con Dios y restablecer nuestra amistad con Él, debemos reconocer nuestro pecado, arrepentirnos, acercarnos a confesar nuestro pecado, y volver nuestro rostro a Él.


El Sacramento de la Reconciliación es uno de los más importantes, establecido por Jesucristo, en su abundante amor y misericordia, para que nosotros como pecadores tuviéramos la posibilidad de obtener el perdón de nuestros pecados y reconciliarnos con Dios y la Iglesia, como aparece en Juan 20,21-23 "Jesús les dijo nuevamente, ‘La paz sea con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío.’ Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: ‘Recibid el Espíritu Santo, a quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos."

Nuestro Señor Jesucristo, instituyó el sacramento de la penitencia o reconciliación,  por ser Dios, tiene poder para perdonar los pecados, y dio este poder a los Apóstoles y sus sucesores en el sacerdocio, quien actúan "en la persona de Cristo"; esto es que de hecho, es el mismo Jesucristo el que perdona por el ministerio del sacerdocio.

Este sacramento “nos lava y limpia”, y nos renueva en Cristo.


El numeral 1422 del Catecismo de la Iglesia Católica señala que: “Los que se acercan al sacramento de la penitencia obtienen el perdón misericordioso de Dios por la ofensa cometida contra él, y son, al mismo tiempo, reconciliados con la Iglesia la cual han ofendido con sus pecados y la cual con caridad, con ejemplo, y con su oración labora para nuestra conversión".


En el numeral 1423 del citado Catecismo, este sacramento recibe diferentes denominaciones por las gracias que de él se obtienen: Es llamado sacramento de conversión, porque a través de él volvemos al Padre; sacramento de la confesión, porque se declara o confiesa al sacerdote los pecados, confiados en la misericordia de Dios;  sacramento del perdón, porque el sacerdote en nombre de Dios nos concede la absolución; sacramento de la reconciliación, porque mediante él restablecemos nuestra amistad con Dios y la Iglesia.
 


Los cristianos estamos llamados a la santidad; para ello hay que vivir en gracia de Dios; pero podemos perder la gracia bautismal por el pecado mortal, que mata la vida sobrenatural del alma y rompe la amistad y la comunión con Dios. El pecado, como explica el Papa Juan Pablo II, es un acto suicida, porque ante todo, el hombre se daña a sí mismo, destruyendo toda obra buena.


El perdón y la reconciliación trae consigo  la paz, nos ayuda a vencer el pecado y sana las heridas internas y profundas que tenemos en el corazón y alma por causa del pecado.

 



¡LO MÁS IMPORTANTE!



Departían alegremente seis amigos, en uno de los  ambientes de la Universidad donde estudiaban, de pronto uno de ellos, lanzó una singular pregunta: ¿Qué es lo que nunca desearían perder en su vida?

Levantando la mano, dijo el primero: - ¡Yo nunca desearía perder mi  dinero!, porque con él puedo comprar lo que quiero, y nada me hace falta.

Continuando, el segundo expresó: -¡Jamás me gustaría perder mi computadora!, porque a través de ella me mantengo enlazado con todos mis amigos, y estoy al día con el acontecer del mundo al instante.

El tercero, con cierto recelo señaló: -¡Lo que no desearía perder nunca es a mi novia!, porque ella es la razón de mi vida, la amo más de lo que ella me ama.

El cuarto amigo manifestó:  -¡Yo no desearía perder nunca mi celular!, porque sin él estaría perdido, no podría escuchar música, perdería mis contactos, y todo sería aburrido.

El siguiente, exclamó: -En mi caso, ¡yo no desearía perder jamás mi talismán!, porque sin él estaría expuesto al peligro, y me perseguiría la mala suerte.
El ultimo que faltaba, y que era quien había hecho la pregunta, con cierta desilusión señaló: -Sólo uno de ustedes tuvo una respuesta aproximada a la verdad, los demás están muy lejos de ella. ¡Yo, lo que nunca desearía que me falte en mi vida es DIOS !,  porque teniéndolo a Él, nada me puede faltar, y todo lo puedo tener: los bienes materiales, y también los bienes espirituales.


Las Sagradas Escrituras en el libro Eclesiástico (Sirácides) 43,27 señala con certeza: "En resumen, Dios lo es todo"


CUIDEMOS NUESTRA VIDA



Jacinto era un joven empleado de una empresa minera de un pueblito andino, que llevaba una vida frenética en un mundo en que abundaba la comida, la bebida, y las fiestas de fin de semana. En una de esas noches, después de una gran juerga, soñó con un anciano que se acercándose, le dijo al oído: ¡Hijo mío, es necesario que cuides tu vida!

Al despertar, el joven se puso a meditar sobre lo que significaba aquel sueño, y pensó que el anciano podría ser su padre, ya fallecido, que le quería advertir algo referente a su salud. Durante todo el día estuvo cavilando sobre este extraño sueño, y tomó la decisión de solicitar vacaciones para viajar a la ciudad de Lima, donde vivía su hermana Juliana, para hacerse un chequeo médico.

Jacinto arribó a Lima siendo recibido por su hermana Juliana, con muchas muestras de afecto, porque no lo veía desde hacía mucho tiempo, y le contó el sueño que había tenido, motivo de su viaje, a lo que ella le sugirió que visitara la parroquia que quedaba cerca de su casa para dar gracias a Dios por su viaje, y pedirle consejo al sacerdote.

Jacinto le respondió: ¡Lo primero es lo primero! Mañana iré al médico, y después iré a la parroquia. Juliana moviendo la cabeza exclamó: Bueno hermano, tú sabes lo que haces.

A las 4 de la mañana de día siguiente, Jacinto acompañado de su sobrino fue a formar cola para conseguir cita con el médico en el hospital nacional, siendo el primero en llegar. Como se sentía mucho frío, su sobrino le dijo: -Tío, voy al frente a la carretilla, a comprar dos vasos de café para abrigarnos.

De pronto, apareció una combi descontrolada que subiendo a la acera, se estrelló contra la puerta del hospital, Jacinto no tuvo tiempo de esquivar al vehículo, y quedó tendido muerto sobre la acera.

Muchas veces, damos mayor importancia a nuestra apariencia física siguiendo dietas, haciendo gimnasia, vistiendo ropa de marca, etc. o también nos preocupamos demasiado por nuestra salud, olvidando que lo más importante es cuidar nuestra alma, que es el regalo más valioso que Dios nos concedió para alcanzar nuestra salvación.

No tenemos en cuenta lo que nuestro Señor Jesucristo nos dice en Mateo 16,25: "El que quiere salvar su vida, la perderá, pero el que pierda su vida por mí, la conservará"

Jacinto había tenido  un sueño premonitorio para que se preocupara por su alma, como le insistió su hermana, pero obstinado en su criterio perdió la oportunidad de salvar su alma.

Mientras Dios nos da la vida, aprovechémosla para cuidar nuestra alma que es inmortal, procurando vivir de acuerdo a la voluntad de nuestro Padre Dios.

 

 

 

viernes, 19 de junio de 2015

PENSAMIENTOS BÍBLICOS




*El primer amor de nuestra vida es Dios, porque fue Él quien nos amó primero.
*Si no llegamos a conocer a Dios, tampoco podremos conocer  nada del amor.
*El amor de Dios es tan inmenso como el infinito del universo, en comparación con el amor humano que apenas ocupa el espacio de un punto.
*El amor de Dios abarca a todo y a todos, nadie puede quedarse fuera de Él.
*Dios es misericordioso y paciente, como quiere nuestra salvación, tiene el tiempo necesario para esperarnos  hasta el final de nuestra vida.
*La ternura de Dios, se asemeja al de un padre o una madre o al de una gallina que cubre con sus alas a sus polluelos.
*Dios distribuye su Sabiduría, de acuerdo a su benevolencia, en cada una de sus criaturas, poniendo su mirada especial en los más pequeños y humildes.
*Todo es posible si tenemos el amor de Dios en nuestros corazones.
*Sólo Jesucristo es el único Camino verdadero hacia el Padre y a la salvación.
*Jesús es el amigo fiel, que se la jugó todo por nosotros, y entregó su vida por nuestra salvación.
*Nuestra salvación está en creer en Jesucristo y vivir en plenitud el amor de Dios.
*Jesús está con nosotros, en Cuerpo, Alma, Sangre y Divinidad, todos los días de nuestra vida en la Eucaristía, presencia del Cielo en la tierra.
*El Espíritu Santo nos instruye, nos ilumina, nos guía y dirige en la reflexión de la Palabra de Dios, en la oración, en la confesión de los pecados, y en práctica de las virtudes.
*El Espíritu Santo se manifiesta con mayor prontitud a través de la intercesión poderosa de la Virgen María.
* San Jerónimo decía: “Ignorar las Sagradas Escrituras es ignorar a Cristo”,  porque si no conocemos las Escrituras como vamos a conocer a Jesús, y no conocemos a Jesús como lo vamos a amar; nadie ama lo que no conoce.

SAN MAXIMILIANO KOLBE: SANTO Y MARTIR







 


Maximiliano María Kolbe fue un fraile misionero franciscano nacido en Polonia, gran propulsor de la devoción al Inmaculado Corazón de María, de tal manera que en una ocasión dijo:¿Es posible que nuestros enemigos trabajen tanto para prevalecer, y nosotros permanezcamos ociosos o máximo rezando pero sin entrar en acción? ¿Acaso no tenemos armas más poderosas, la protección de la Inmaculada? La sin mancha, vencedora de todas las herejías, que vencerá al enemigo que levanta la cerviz.
Y poniéndose él en acción, para difundir la fe católica y la devoción a nuestra Madre María, fundó la ciudad de la Inmaculada (Polonia), los periódicos "El Caballero de la Inmaculada", y "Pequeño Diario", ocho revistas y una radioemisora.
Durante la segunda guerra mundial, los nazis invadieron Polonia  destruyendo  la radioemisora y periódicos, tomando prisionero al P. Maximiliano y sus colaboradores, siendo llevado prisionero al campo de exterminio de Auschwitz.
A fines de julio de 1941 se fugó un preso del campo de concentración, y al no poder recapturarlo, el Coronel Jefe de los nazis ordenó la muerte de diez prisioneros, que serían elegidos al día siguiente.
Y el Jefe alemán iba señalando: 1,2,3,4,… y cuando llegó al prisionero 10 que era el sargento polaco Franciszek Gajowniczek, éste exclamó: “Pobre esposa mía, pobres hijos míos”, siendo escuchado por el P. Maximiliano, quien dando un paso adelante y dirigiéndose al Jefe nazi le dijo: “Soy un sacerdote católico , estoy ya viejo (tenía 47 años), quiero reemplazar a este hombre que tiene esposa e hijos”. El alemán a regañadientes, aceptó el cambio y el sacerdote fue recluido en una celda subterránea, donde debía morir en ayuno obligatorio. Mientras estaba prisionero el P, Maximiliano continuaba celebrando la Santa Misa.
Transcurridas tres semanas, el P. Maximiliano sobrevivía con tres condenados y por necesitar la celda para otros presos, se le administró una inyección de cianuro falleciendo el 14 de agosto de 1941, cumpliendo fielmente como discípulo la palabra de su Divino Maestro (Jn 15, 13): “No hay amor más grande que dar la vida por sus amigos”.
San Maximiliano María Kolbe fue beatificado por el Papa Pablo VI, en donde asistió Franciszek Gajowniczek, el hombre por el que había entregado su vida.
Este extraordinario santo y mártir nos ha legado múltiples conversaciones y pláticas inéditas sobre nuestra Madre María, que podemos encontrar en el libro La Inmaculada revela al Espíritu Santo de Jean FrancoisVillepelée.

 

ALABANZA A LA CREACIÓN









Te alabo Dios Padre, por  tu  infinita misericordia,
por tu inigualable y maravillosa creación,
surcando las aguas de los ríos Negro, Avisado y Mayo,
contemplando la frondosidad de la vegetación tropical,
sintiendo las altas temperaturas que sofocan,
y  las copiosas lluvias que nos refrescan,
al oír el trinar de las aves multicolores que cruzan los aires,
al escuchar el aullar de los monos y animales salvajes,
experimentando los rayos, truenos y relámpagos,
en los momentos de silencio profundo,
que nos lleva a unirnos contigo en oración,
al ver las nubes multiformes, que desde las alturas
 asemejan grandes colchones de algodón.
 
 
 
Te bendigo y glorifico tu Nombre, Oh Padre amado:
por los ríos, por los lagos y por los mares,
por los caprichosos diseños de los montes, y quebradas,
por los desiertos, las llanuras y las mesetas,
por los múltiples paisajes que presentas a nuestros ojos,
por los aguajales, por las palmas cocoteras,
por los árboles que caminan y los floreros colgantes,
por las plantaciones de café, plátano y mango,
por las preciosas orquídeas y pomarrosas,
por las criaturas con que poblaste la tierra:
por las palomas africanas, las garzas, los tucanes,
las graznadoras, los loros australianos, los paujiles,
los guacamayos, los papagayos,
las avestruces, y los pavos reales,
por las tortugas, los sajinos, los ronsocos,
los osos perezosos, los monos tití y frailecitos,
por la multiplicidad de peces que viven en los ríos,
Gloria a Ti Señor, por eso y toda tu creación.
 

domingo, 14 de junio de 2015

MARÍA. MODELO DE FE




María de Nazaret la Inmaculada, Madre de Jesús, y también Madre muestra constituye el modelo de fe, a quien  debemos imitar, porque en el cumplimiento de su misión, que aceptó con humildad y obediencia, refleja las siguientes características: 


1.CAPACIDAD DE ESCUCHA: El que cree sabe escuchar;  la fe está en el oído como nos dice el Señor en Lucas 12,48-49: ¿Quién es mi madre y mis hermanos? Aquellos que ponen en práctica mis mandamientos, es decir el que sabe escuchar. María es nuestro modelo de fe porque sabe escuchar a Dios: Desde el inicio escuchó y aceptó la voluntad de su Señor ¡Hágase en mi según tu voluntad!

El inicio de la fe está en el escuchar, como nos asegura San Pablo.


2.SABE GUARDAR A JESÚS: En Lucas 2,46   encontramos el pasaje donde el niño Jesús se pierde por tres días, y finalmente es encontrado en el templo, y María sabe guardar todos los misterios y secretos de Jesús en su corazón. Ella tiene y conserva siempre a Jesús en su corazón, por eso es el modelo de fe.


3.ALABA A DIOS: María Santísima alaba, ensalza, proclama a Dios con gozo y alegría, a través de la oración del Magníficat que aparece en Lucas 1,46-55. Nuestro Señor está buscando alabadores como María en espíritu y verdad.

Dice María mi espíritu está alegre por la grandeza de Dios, el Señor ha hecho obras maravillosas en mí, y todo como producto de la fe en su Padre y Creador.


4.ANUNCIA LA BUENA NOTICIA: Después del anuncio del Angel Gabriel, según Lucas 1,39,  María fue a toda prisa a las montañas en busca de su prima Isabel para anunciarle la Buena Noticia; ella es la primera evangelizadora que lleva a Jesús y lo anuncia a los demás.

María lleva una fe que evangeliza. La fe que no se testimonia es una fe muerta.

Todos somos discípulos y misioneros: discípulos que escuchan y siguen las enseñanzas del Divino Maestro;  y misioneros que llevan al mundo la Buena Noticia.


5.FIEL HASTA EL FINAL: En Juan 19,25 leemos  que al pie de la Cruz estaba María la madre de Jesús. La fe nos lleva a seguir firmes hasta el fin de la cruz. Nada ni nadie puede separarme del amor de Dios. El que ama a Cristo nada le puede separar de su amor.

María da testimonio de su valentía frente a la cobardía de los apóstoles de Jesús, que lo abandonaron.

María modelo de la fe es fiel hasta la cruz, hasta el final.


6.TRANSMITE FE Y ESPERANZA: En Hechos 1,14 nos relata que María Santísima oraba junto a los apóstoles en el Cenáculo, esperando la venida del Espíritu Santo, el Pentecostés.

La fe es la plena certeza de recibir aquello que no vemos. María estaba en el aposento del segundo piso como sinónimo de esperanza, que también nos trasmite también a nosotros.

Amemos, respetemos, veneremos e imitemos a María Santísima como modelo de Fe.



DEFENDAMOS NUESTRA FE




Como católicos necesitamos fortalecer y defender nuestra fe, afianzando nuestro sentido de pertenencia y amor por la Iglesia Católica, mediante el estudio de la Apologética (Ciencia que expone las pruebas y fundamentos de la verdad de la religión católica), profundizando el amor por las Sagradas Escrituras, la práctica de la oración, los sacramentos, las obras de misericordia y virtudes, el conocimiento de las verdades católicas, así como siendo testimonio de vida tanto en la familia como en la comunidad.

La Palabra de Dios nos advierte que debemos prepararnos para defender nuestra fe, como lo señalan los siguientes textos:


2 Tm 4,3-4:”Porque vendrá un tiempo en que los hombres no soportarán la doctrina sana, sino que, arrastrados por su propias pasiones, se harán con un montón de maestros por el prurito de oír novedades, apartarán sus oídos de la verdad y se volverán a las fábulas."

 

2 Pe 3,16: "hay en ellas -las cartas de San Pablo- cosas difíciles de entender, que los ignorantes y los débiles interpretan torcidamente -como también las demás Escrituras- para su propia perdición" 
 

2 Pe 1,20:“Pero ante todo tened presente que ninguna profecía de la Escritura puede interpretarse por cuenta propia."

Gal 1,8-9:"Pero aunque nosotros o un ángel del cielo os anunciase otro Evangelio distinto del que hemos anunciado, sea Anatema. Os lo he dicho antes y ahora de nuevo os lo digo: Si alguno os predica otro Evangelio distinto del que habéis recibido, sea Anatema".

Nuestro Santo Padre Francisco señala que se ha producido una ruptura de la transmisión generacional de la fe en el pueblo católico debido a: la falta de espacios de diálogo familiar, la influencia de los medios de comunicación, el subjetivismo relativista, el consumismo desenfrenado, la ausencia de una acogida cordial y amorosa en nuestras comunidades. Además, existen las siguientes actitudes internas y externas, que se presentan en nuestro entorno, que pueden debilitar nuestra fe:

-Descuido de lo espiritual por lo social.

-Falta de conocimiento de nuestra Iglesia y sus verdades fundamentales.

-Falta de compromiso con nuestra fe.

-Despreocupación para la misión.(Mt 25,14-29)

-Falta de testimonio: las palabras conmueven pero los testimonios arrastran.

- Jn 13,35: En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los otros.

-Decimos que creemos en Dios pero no le creemos a Dios.

-St 2,19: .¿Tú crees que hay un solo Dios? Pues muy bien, pero eso lo creen también los demonios y tiemblan.

-Jn 14,15: Si ustedes me aman, guardarán mis mandamientos.

 

La fe es un escudo o muralla que te protege a ti y a tu familia contra el enemigo: “Ten fe en el Señor y te salvarás tú y tu familia”(Hch 16,31), La fe nos da la victoria sobre todo mal. Allí tenemos el ejemplo de Job que después de perderlo todo, por su confianza y fe en Dios se le restituyó todo lo perdido.

La fe nos da plena certeza que todas las promesas de Dios se cumplirán.

La fe como don de Dios se vive, crece y trasmite en comunidad, porque la Iglesia Católica es la única fundada por  Cristo, y la que posee todos los medios de salvación, y a la cual  nada ni nadie podrá destruirla como nos asegura el mismo Señor en Mt 16,18

martes, 9 de junio de 2015

EL PODER DEL ESPÍRITU SANTO


Dios Espíritu Santo, que procede del Padre y del Hijo, posee el extraordinario poder para transformar,  cambiando radicalmente tanto a las personas, las situaciones, y cosas, como señala el texto de Isaías 32,15 : “Pero sobre nosotros se derramará el espíritu desde arriba. Entonces el desierto se transformará en vergel, y lo que ahora es llamado vergel será tenido por terreno baldío”.                                                   
El Espíritu Santo, procede de arriba, de lo alto, del cielo dado que tiene la misma esencia, naturaleza o sustancia que  Dios Padre y Dios Hijo, y de cuyo amor y comunión mutua surge, por lo tanto le corresponde la misma adoración, honor y gloria.
Isaías nos asegura que el Espíritu de Dios puede transformar el desierto, sinónimo de aridez, soledad, desolación o abandono en el que está convertida nuestra vida,(cuando creemos que no valemos nada o somos despreciables) en un gran vergel, esto es un jardín, huerto o edén cubierto  de abundantes flores y frutos.
Las flores, que con su hermosura y fragancia, nos  recuerdan que somos la bella creación de Dios, y cuyo aroma como buen olor a Cristo debemos elevarse al cielo mediante nuestras alabanzas y oraciones, reconociéndonos como hijos adoptivos de Dios.
Los frutos abundantes que Dios nos proporciona mediante su Espíritu son el amor, la paz, la comprensión mutua, la alegría, y la fe, para compartirlos con los demás  en la comunidad.
Así mismo, Isaías señala que el Espíritu con su poder, de la misma manera que transforma un desierto en vergel, también puede hacerlo a la inversa, de tal manera que quien ahora es un vergel con frutos pero no los comparte, y sólo lo usa para sí mismo será trastocado en un terreno baldío, esto es inservible, sin valor, sin utilidad.
Confiados en el gran poder transformador del Espíritu Santo, acerquémonos con humildad, fe y confianza a nuestra Madre María para que interceda por nosotros pidiendo la unción del Espíritu Santo que nos de la fuerza, la perseverancia y fidelidad necesarias, para vencer al pecado y continuar firmes en el camino del Señor.