martes, 14 de julio de 2015

DIOS ENALTECE A LOS HUMILDES





Los seres humanos, casi siempre, tratamos de agradar, alabar o quedar bien con nuestras amistades, familiares, con los grandes y los poderosos; pero no lo hacemos así con los desconocidos,  los humildes, o desvalidos. Sin embargo, Nuestro Creador dirige su mirada y pone su atención especial en éstos últimos, que  muchas veces se encuentran olvidados y relegados.
La Palabra de Dios en Mateo 23,12 nos dice: “El que se pone por encima, será humillado, y el que se rebaja, será puesto en alto”, lo cual nos recuerda que nuestro Señor exalta a los pobres y humildes, pero humilla a los soberbios y orgullosos.
Dios no toma en cuenta las apariencias, sino el corazón, y hace surgir de lo más pequeño al más grande, como lo testimonian la vida de diversos personajes, que se mencionan en las Sagradas Escrituras. como:
-Moisés, que fue salvado de las aguas del río Nilo, cuando aún era un bebé, llegando a convertirse en el guía y libertador del pueblo escogido de Dios, Israel.
-José, el penúltimo hijo de Jacob (Israel) que recibió el don de interpretar los sueños, y guiado por el Señor salvó a su pueblo de la hambruna, que se había desatado en aquellos tiempos.
-David, el último hijo de Jesé, que se dedicaba a la tarea de pastor, fue elegido para vencer al filisteo Goliat, y constituirse en Rey de Israel.
La Sabiduría de nuestro Divino Hacedor también alcanza al reino animal, lo que podremos comprobar haciendo una breve descripción de la vida de las abejas, luego de lo cual deberemos reconocer la grandeza y poder de Dios.
En el Libro del Eclesiástico 11,3 leemos: “Entre los seres alados, la abeja es de los más pequeños, pero es la principal por la dulzura de su miel”.
Las abejas son seres relativamente pequeños, que viven en comunidad en las colmenas, poseen un extraordinaria organización: la abeja reina es la hembra que fecunda, las abejas obreras son estériles y productoras de miel y cera, y los zánganos son machos encargados de fecundar a la reina.


Estos insectos ofrecen grandes servicios a su misma especie, cuidando de manera especial con el sustento y la protección de la abeja reina y sus larvas; también a la naturaleza colaborando en la polinización de las flores, llevando en polen de una flor a otra en sus extremidades; y  al ser humano que utiliza la miel como poderoso alimento, y como agente terapéutico para las heridas y problemas reumáticos.
La miel es un excelente alimento, bueno para la salud; usado desde la antigüedad, sirvió de sustento a Sansón (Jueces 14,9), a Juan Bautista (Marcos 1,6), y a nuestro Señor Jesús (Marcos 24,41-43).
Dios, complacido por el gran servicio que brindan las abejas, las ha bendecido grandemente, al permitir que la cera que producen sirva para la confección del Cirio Pascual, que constituye el más importante símbolo del Tiempo Pascual.
Al finalizar, solo nos queda unirnos al Salmista para exclamar con alegría: ¡Señor, que maravillosa es tu creación!, y aprender de las abejas su magnífica organización, su don de entrega, de servicio, y la gracia de endulzarnos nuestra vida, imitándolas en nuestro hogar, barrio, centro de trabajo o de estudios, y en nuestra comunidad.


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