La Palabra de Dios nos dice en Filipenses 4,13: “Todo lo puedo en Aquel que me fortalece”. Aquel es Jesús, nuestra
Roca, nuestro Escudo, nuestro Baluarte, nuestro Refugio, nuestra Fortaleza que
siempre está en y con nosotros; por ese motivo es que el apóstol Pablo afirma con confianza y fe que
todo lo podrá con el Señor que le proporciona el amparo, la tranquilidad, y
la fuerza para vivir y servir.
Si atraviesas momentos de soledad,
de tristeza, de angustia, o de preocupación, sólo te queda aferrarte a Jesucristo que
no nos abandona, que está en y con nosotros para abrazarnos, hablarnos,
fortalecernos, consolarnos, levantarnos y curar nuestras heridas; y que se
acerca a nosotros para saciar y calmar nuestra sed de amor.
Si estás pasando por pruebas y
tempestades como las enfermedades, dolores y sufrimientos físicos y
espirituales, acércate con confianza al Señor y ofrécele esas debilidades para ser purificado y recibir su gracia, misericordia y fuerza que te anime y
restablezca.
Y, en los tiempos de alegría,
de gozo, de contento también el Maestro nos acompaña porque desea lo mejor para
sus amigos; espera que vivamos la felicidad eterna con su fuerza divina,
haciendo la voluntad del Padre y cumpliendo el mandamiento del amor que Él nos
ordenó.
Así mismo, cuando tenemos que cumplir
con un trabajo, un servicio o misión, aunque nos parezca muy simple,
difícil o complicado debemos estar convencido que Jesús está con nosotros y que
podremos hacerlo, sabiendo que solo buscamos la gloria para Dios, y Él que
es bueno nos
concederá la luz, la sabiduría, el
discernimiento y los dones que necesitamos, para cumplir un excelente trabajo,
porque al Señor siempre se le ofrece lo mejor.
Siendo Jesús mi Roca y Fortaleza,
puedo exclamar con alegría y voz alta:
En la angustia y la tristeza…todo
lo puedo en Jesús que me consuela.
En el dolor y la enfermedad…todo lo
puedo en Jesús que me sostiene.
En la soledad y el temor…todo lo
puedo en Jesús que me acompaña.
En el pecado y la caída…todo lo
puedo en Jesús que me perdona.
En la indecisión y la duda…todo lo
puedo en Jesús que me ilumina.
En las dificultades y
problemas…todo lo puedo en Jesús que me asiste.
En momentos de sed y hambre…todo lo
puedo en Jesús que me provee.
En el trabajo y el servicio…todo lo
puedo en Jesús que me dirige.
En la oración y la alabanza…todo lo
puedo en Jesús que me bendice.
En la lectura y reflexión de su palabra…todo lo puedo en Jesús que me alimenta.
En la penitencia y Eucaristía…todo
lo puedo en Jesús en vive en mi.
El Señor nos da la fuerza para
todo, por eso nos unimos a Pablo y repetimos con él lo que escribe en 2 Corintios
12,10 "...acepto con gusto lo que me toca sufrir por Cristo: enfermedades,
humillaciones, necesidades, persecuciones y angustias. Pues, si me siento
débil, entonces es cuando soy fuerte”
Esa fortaleza, seguridad y valentía
proviene de la presencia del Espíritu de Jesús en nuestro corazón, y que se
proyecta a nuestro servicio, nuestra vida, nuestra familia y a nuestra
comunidad.
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