sábado, 11 de julio de 2015

TODO LO PUEDO EN JESUCRISTO




 



La Palabra de Dios nos dice en Filipenses 4,13: “Todo lo puedo en Aquel que me fortalece”. Aquel es Jesús, nuestra Roca, nuestro Escudo, nuestro Baluarte, nuestro Refugio, nuestra Fortaleza que siempre está en y con nosotros; por ese motivo es que el apóstol Pablo afirma con confianza y fe que todo lo podrá con el Señor que le proporciona el amparo, la tranquilidad, y la fuerza para vivir y servir.

 

Si atraviesas momentos de soledad, de tristeza, de angustia, o de preocupación, sólo te queda aferrarte a Jesucristo que no nos abandona, que está en y con nosotros para abrazarnos, hablarnos, fortalecernos, consolarnos, levantarnos y curar nuestras heridas; y que se acerca a nosotros para saciar y calmar nuestra sed de amor.


Si estás pasando por pruebas y tempestades como las enfermedades, dolores y sufrimientos físicos y espirituales, acércate con confianza al Señor y ofrécele esas debilidades para ser purificado y recibir su gracia, misericordia y fuerza que te anime y restablezca.


Y, en los tiempos de alegría, de gozo, de contento también el Maestro nos acompaña porque desea lo mejor para sus amigos; espera que vivamos la felicidad eterna con su fuerza divina, haciendo la voluntad del Padre y cumpliendo el mandamiento del amor que Él nos ordenó.



Así mismo, cuando tenemos que cumplir con un trabajo, un servicio o misión, aunque nos parezca muy simple, difícil o complicado debemos estar convencido que Jesús está con nosotros y que podremos hacerlo, sabiendo que solo buscamos la gloria  para  Dios, y  Él que es bueno nos concederá la luz, la sabiduría, el discernimiento y los dones que necesitamos, para cumplir un excelente trabajo, porque al Señor siempre se le ofrece lo mejor.
 
Siendo Jesús mi Roca y Fortaleza, puedo exclamar con alegría y voz alta:
 
En la angustia y la tristeza…todo lo puedo en Jesús que me consuela.
En el dolor y la enfermedad…todo lo puedo en Jesús que me sostiene.
En la soledad y el temor…todo lo puedo en Jesús que me acompaña.
En el pecado y la caída…todo lo puedo en Jesús que me perdona.
En la indecisión y la duda…todo lo puedo en Jesús que me ilumina.
En las dificultades y problemas…todo lo puedo en Jesús que me asiste.
En momentos de sed y hambre…todo lo puedo en Jesús que me provee.
En el trabajo y el servicio…todo lo puedo en Jesús que me dirige.
En la oración y la alabanza…todo lo puedo en Jesús que me bendice.
En la lectura y reflexión de su palabra…todo lo puedo en Jesús que me alimenta.
En la penitencia y Eucaristía…todo lo puedo en Jesús en vive en mi.

El Señor nos da la fuerza para todo, por eso nos unimos a Pablo y repetimos con él lo que escribe en 2 Corintios 12,10 "...acepto con gusto lo que me toca sufrir por Cristo: enfermedades, humillaciones, necesidades, persecuciones y angustias. Pues, si me siento débil, entonces es cuando soy fuerte”
 
Esa fortaleza, seguridad y valentía proviene de la presencia del Espíritu de Jesús en nuestro corazón, y que se proyecta a nuestro servicio, nuestra vida, nuestra familia y a nuestra comunidad.

 


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